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Zozobra (Fragmento)

Entra, tímida, Amparo. Deambula por el lugar, lo recorre. Ve el libro y se acerca a él. Lo acaricia, lo abre y hojea. Escucha pasos. Entra Héctor y se encuentran. Ella devuelve el libro a su lugar.

AMPARO: ¡No!
HÉCTOR: ¿No?
AMPARO: (Nerviosa.) Hola. (Lo encara con la mano extendida.) Hola, yo soy...
HÉCTOR: Sí, sí, claro, yo...
AMPARO: Sí, el amigo de...
HÉCTOR: Sí, debe estar llegando.
AMPARO: Sí, yo llegué muy temprano.
HÉCTOR: Yo también, yo... (Ambos en silencio por un momento.) Hay un baño al final del pasillo, por si quiere... antes de empezar.
AMPARO: No, no, estoy bien. (Silencio.) ¿Y de dónde conoce a...?
HÉCTOR: Tenemos el mismo pasatiempo.
AMPARO: Claro, me imagino. Yo soy tan nueva en esto...
HÉCTOR: Sí, sí, yo también.
AMPARO: No manejo muy bien... (Mímica de tipear.)
HÉCTOR: Ah, no, claro... (Mímica de tipear.) Yo me defiendo.


Entra Alejandra. No sabe si es el lugar que busca. Ve a Amparo y a Héctor y les da la espalda. Observa el lugar, trata de reconocerlo. Héctor y Amparo la miran de lejos.

HÉCTOR: Señora, ¿busca algo?
ALEJANDRA: ¿Eh? No, no, estoy esperando... tenía que encontrarme con unos amigos.
HÉCTOR: ¿En este lugar?
ALEJANDRA: No sé, creo que sí. ¿Es acá?
AMPARO: Sí, es acá.
ALEJANDRA: Ah, pero entonces ustedes son...
AMPARO: Sí, sí, somos nosotros. (Amparo abraza a Alejandra. Luego Alejandra abraza a Héctor que se resiste incómodo.)
HÉCTOR: Hay un baño al final de pasillo...
ALEJANDRA: Ay, qué suerte.
AMPARO: Menos mal.
ALEJANDRA: Falta uno ¿no?
HÉCTOR: Yo avisé en el mensaje que había que ser puntual.

Se miran entre todos. Se genera una situación de incomodidad mientras esperan. Crece la tensión.


HÉCTOR: ¿Preparamos?


Cada uno saca de su bolso o bolsillo los elementos que debían llevar. Héctor: una hoja de papel enrollado y una pluma de ganso; Alejandra: una botella de whisky y una copa; Amparo: un cuchillo grande. Hacen a un lado la mesa del libro para despejar el espacio central. Héctor aprovecha para tomar el libro sin que lo vea Amparo. Le genera una sensación de aspereza, como cuando uno pasa las uñas contra un pizarrón, así que lo vuelve a dejar enseguida.


ALEJANDRA: (Se percata de la presencia del libro.) Qué bonito.
AMPARO: ¿Viste? A mí también me encantó, es suavecito. (Héctor la mira desorientado.)
HÉCTOR: A mí me raspa.


Cada uno ubica los elementos en el espacio, y los vuelven a reubicar. Entra María Elena agitada y corriendo.


MARÍA ELENA: Perdón, mil veces perdón, les pido disculpas por la demora, yo salí con tiempo pero me robaron y tuve que correr al ladrón, nadie me ayudó, lo corrí como cinco cuadras, pero igual se fue, por suerte tiró mi cartera, todavía no sé qué me sacó y después perdí la dirección y no encontraba un cyber…
HÉCTOR: No le habrán robado las… (Todos se abalanzan sobre ella y revisan también la cartera.)
MARÍA ELENA: No, no, las tengo por acá, en algún lugar… (Encuentra y saca un pote con galletitas.) ¿Les molesta si descanso un rato? Estoy tan exhausta... (Se interrumpe y le clava la mirada a Héctor.)
ALEJANDRA: Pero no se puede, no hay tiempo.
AMPARO: Eso no es en lo que habíamos quedado.
MARÍA ELENA: (No contesta. Sigue mirando a Héctor.)
AMPARO: ¿Se siente bien?
HÉCTOR: Déjenla en paz. Que se tome un respiro. Nosotros podemos seguir.